TONI MULET-RELLOTGER-CAMPOS
Un cop més he trobat un artesà encantador. És rellotger, i quan el vaig cridar em va dir "però és que avui dia pràcticament ens dediquem a canviar piles als rellotges". Una altra mostra del consumisme atroç i de l'obsolescència programada. Es fa malbé un rellotge, es llença, i a per un de nou.
No obstant això, ell, molt amablement, em va dir que anés al taller que alguna cosa fariem.
Toni, de 72 anys, no ve de família de rellotgers. El seu pare era sellater. Però ell, als 16 anys va començar d'aprenent amb un rellotger maonès que vivia a Campos, i en tornar de la mili, amb 20 anys muntà el seu propi taller, i anys més tard taller i botiga, de la qual s'ocupa la seva dona Maria.
Perquè jo pogués mostrar-vos el treball artesanal d´un rellotger va desmuntar un rellotge de butxaca i vaig poder veure també les interioritats d'un rellotge de pèndol francès i algun que altre més.
Em va posar molt content veure que al taller té un aprenent, en Joan, des de l'any 2016. M'alegra pensar que algú seguirà amb aquest ofici de tanta precisió.
En Toni s'ocupa a més des de 2012 del rellotge de la sala consistorial, instal·lat en l'any 1970 que vàrem anar a visitar.
Al mateix edifici té el seu propi taller el seu fill Damià, joier artesà i mestre de taller a l'Escola d'Art Superior de Disseny, amb el que ja he quedat per fer una sèrie fotogràfica de la seva feina.
Tots em van tractar amb una amabilitat com si ens coneguéssim des de fa molt de temps. I això no té preu. Gràcies família.
TONI MULET-RELOJERO-CAMPOS
Una vez más he encontrado un artesano encantador. Es relojero, y cuando le llamé me dijo” pero es que hoy en día prácticamente nos dedicamos a cambiar pilas a los relojes”. Otra muestra del consumismo atroz y de la obsolescencia programada. Se estropea un reloj, se tira, y a por uno nuevo.
Sin embargo, él, muy amablemente, me dijo que fuera al taller que algo haríamos.
Toni, de 72 años, no viene de familia de relojeros. Su padre era guarnicionero. Pero él, a los 16 años empezó de aprendiz con un relojero mahonés que vivía en Campos, y al volver de la mili, con 20 años monta su propio taller, y años más tarde taller y tienda, de la que se ocupa su mujer María.
Para que yo pudiera mostraros el trabajo artesanal de un relojero desmontó un reloj de bolsillo y pude ver también las interioridades de un reloj de péndulo francés y algún que otro más.
Me puso muy contento ver que en el taller tiene un aprendiz, Joan, desde el año 2016. Me alegra pensar que alguien seguirá con ese oficio de tanta precisión.
Toni se ocupa además desde 2012 del reloj de la casa consistorial, instalado en el año 1970 y que fuimos a visitar.
En el mismo edificio tiene su propio taller su hijo Damià, joyero artesano y maestro de taller en la Escuela de Arte Superior de Diseño, con el que ya he quedado para hacer una serie fotográfica de su trabajo.
Todos me trataron con una amabilidad como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo. Y esto no tiene precio. Gracias familia.
Quina passada com sempre!!!!! Per més artesana......una abrassada, Na vero
ResponderEliminarMuy Bueno!!!
ResponderEliminarBeníssim
ResponderEliminarMa. Antoni9
Això sí que és una feina meticulosa, gràcies per compartir, Ferran!
ResponderEliminarLa minuciosidad y precisión de tus fotos están a la altura del trabajo documentado. Como es habittual, tus resaltes cromáticos acentúan los detalles y nos aproximan a tu enfoque y mirada. Enhorabuena, excelente reportaje.
ResponderEliminarQue bé que hi hagi un aprenent!!!
ResponderEliminarJosep Maria
Que interesante tu reportaje, por desgracia no quedan relojeros, hay cambia-pilas, como bien dices en tu comentario, hasta hace tres años, cuando tenía que cambiar la pila y limpiar un reloj, mi relojero se ocupaba de ello, por no más de diez euros, en uno de ellos de la marca Tommy Hilfiger que su precio era de unos 150 euros, me comentó que la maquinaria era peor que la de los relojes de imitación. y mi última experiencia, (al jubilarse mi relojero) acudí a cambiar la pila de un TISSOT, me dijeron que lo tenía que remitir a la marca, ya que al ser un reloj caro y con resistencia bajo el agua era necesario, tardaron cerca de 20 dias y me costó 180 Euros el cambio de pila.
ResponderEliminarUna pena que desaparezcan todos estos oficios.
Un precioso reportaje, Un Abrazo
Vaya outada
EliminarPutada
ResponderEliminarQue lindo regalo de ver a relojeris de mi época ! Tengo dos relojes que no sé donde repararlos ....que pena !
ResponderEliminarGracias Ferran por trasmitir
!!!
Un beso
Carina
Amic Ferran, bona tarda. Quina satisfacció poder dominar aquests artilugis que marcan els nostres temps ó reparar-los quan estan malaltons. I quina vista tenen que tenir !. Ferran ets incansable buscan aquests tresors humans. Dintre de quatre dies, inclós nosaltres, anirem a piles.
ResponderEliminarUna abraçada amic meu. Bru
Que belleza su trabajo...enhorabuena!!!
ResponderEliminarLas fotografías, geniales como siempre, me hacen pensar en qué diferencia la mirada diaria a esa otra que es la mirada de quien observa el tiempo, lo mide para hacerlo tic-tac eterno y compasado. ¿Cómo mirará la realidad el relojero, tras ese ojo de cristal de aumento que precisa para hacer preciso el tiempo? ¿Qué sentirán sus manos cuando encuentran la exactitud del intervalo y lo fijan para que el tiempo, su dictadura sutil, permanezca intacto sobre nosotros?
ResponderEliminarY, mientras observo las fotografías, sonrío pensando que, a pesar del intento, el tiempo huidizo e irreal, se rebela a la bonita cárcel de los relojes y se va, se aleja, se marchita o se desboca.
Un abrazo y enhorabuena a esos artesanos que doman, con sus manos artistas, el tiempo. Otro para ti, bien grande.